Sol Bacharach conoce las dos caras de la adicción: de ser paciente pasó a dirigir Centro Mare Nostrum, donde hace una década superó su enfermedad y que cada año trata a 200 pacientes que quieren vencer su problema.
Sol Bacharach era una mujer todoterreno, lo que podría definirse como una ejecutiva agresiva: pertenecía a los consejos de administración de varias empresas, viajaba constantemente, era profesora de Derecho Mercantil...
Los psicofármacos y el alcohol le ayudaban a llevar y mantener un ritmo de vida que ella creía que le llenaba. Hasta que no pudo más y tuvo que ser ingresada en el Centro Terapéutico del Vallés, en la localidad barcelonesa de La Garriga, especializado en adicciones. "No tenía la idea de que la adicción era una enfermedad, ya que por aquel entonces, hace diez años, era algo que se ocultaba", reconoce.
Tras el ingreso y la posterior cura de una enfermedad, que ella califica como "invisible y del autoengaño", se dio cuenta de que era posible vivir sin consumir y vivir muy bien -un lema que se mantiene en la actualidad en el centro- y decidió dar un vuelco a su vida.
"Tuve la sensación de que lo que había hecho hasta entonces no me llenaba, y a ello se sumó un sentimiento de agradecimiento por haber encontrado un sitio en el que me había curado. Además, quería dar a conocer ese tratamiento, que se supiera que una persona adicta tiene solución y que es una enfermedad que está en todas partes", comenta.
De paciente a directora
Así fue cómo Bacharach pasó de ser paciente a dirigir Centro Mare Nostrum -la nueva denominación del lugar en el que había estado ingresada-. Un proyecto no sólo de empresa, sino también de vida. Como ella misma afirma "la vida no es sólo hacer lo que quieres, sino querer lo que haces". Y ella recuperó la suya.
Corría 2003.
Desde entonces, cada año 200 personas acuden al centro, que ha aumentado su plantilla de profesionales hasta llegar a los 21 actuales, que "han hecho posible una mayor efectividad de un tratamiento muy personalizado", subraya la directora. La duración del tratatamiento oscila entre ocho y diez semanas, tiempo en el que el paciente permanece ingresado. El coste de la terapia se sitúa en torno a los 20.000 euros.
El perfil de los enfermos ha variado con el tiempo y si, en un principio, la mayoría de los que acudían a Centro Mare Nostrum lo hacían a causa del alcohol y los fármacos, actualmente el 80% solicita tratamiento por su adicción a la cocaína, una sustancia generalmente asociada al éxito y que, además, suele ir acompañada de otras drogas porque "lo normal es que la persona sea politoxicómana".
La edad de los pacientes también ha cambiado y ahora son más jóvenes. Hay adictos de 18 años que iniciarán su tratamiento a partir del próximo mes de enero. Y entre los más jóvenes, Bacharach alerta de otro tipo de adicciones, como son las tecnológicas, y para las que el centro también ofrecerá terapia.
Pero todos los pacientes tienen en común su pertenencia a una clase media-alta y un elevado porcentaje de éxito terapéutico: el 80,2% de ellos se curan. ¿Cómo se vuelve a la vida después de tanto tiempo en el infierno? Centro Mare Nostrum ha creado unos centros de referencia en Barcelona, Valencia y Madrid, a los que se unirá otro en el Noroeste de España, para "que cuando la persona salga tenga un apoyo y pueda volver a su actividad normal".
A estos lugares se une esta semana la apertura de lo que Bacharach llama escuela de vida. "La primera estará en Barcelona, pero la idea es que cada centro de referencia tenga la suya. Ofrecemos la oportunidad de que el individuo tenga otra forma de vida, le ofrecemos una alternativa a no consumir", explica. Deshabituación al tabaco, masajes o yoga son algunas de las actividades que ofrecerán estas escuelas de vida.
Para cerrar el círculo, Sol Bacharach tiene en mente la creación en un futuro de un sistema de becas para aquellos que carezcan de recursos económicos también puedan curarse de su enfermedad.